Dos extrañas entregadas al placer de unas horas,
amándonos con locura, con tanta pasión
deseándonos hasta el cansancio,
como si con ello, uniéramos nuestros caminos
como si con ello, se llenara nuestro vacío.
Amor de antaño, amor de idilio
tan mío y tan esquivo,
de momentos plenos y de constante suplicio,
vivo intentando no perder el juicio,
en cada instante que te tengo conmigo
derrochas sin piedad tu excitante capricho,
saciando nuestra ansiedad con tus juegos prohibidos.
Doblegada al profundo abismo de tu furtivo erotismo,
experimentando el agridulce placer de una historia
que se perderá en el tiempo,
destrozando sin remedio mi corazón
en el vasto silencio.